3 de junio de 2009

el pez muere por la Boca

El silencio es salud predica un saber popular con cierto aire de ironía socarrona. Parece que los malos perdedores no lo saben muy bien o no lo tienen bien aprendido, por eso cuando un mal actor hace de delantero en el área y se tira a la pileta para que le cobren penal y le sacan amarilla (la segunda por lo mismo?), reclaman tontamente, o cuando un arbitro cobra un penal que, es cierto, sólo él vé, otros lloriquean en los pasillos de los medios de prensa, donde tiene muchos amigos, inversionistas y directivos, quejándose de que su equipo de estrellas, por el que pagaron millones, no logra ganar en la cancha del grana. Después si las cámaras dan o no la razón a los pobres son diez pesos aparte...
Los buenos ganadores sabemos disfrutar la victoria con aire de humildad superadora, contestando con números que no justifican un penal mal, o no, cobrado, ni una expulsión una semana antes del partido, contestamos con lo números que nos avalan, hoy por hoy, como el mejor equipo del clausura y el más regular del año, clasificando a las copas cuatro y cinco fechas antes del final del campeonato, marcando más goles que ninguno y commemorando el treinta aniversario de unos de los capítulos más negros de la historia del club con un resurgir que nos puede dar otra estrella en nuestro cielo granate.

La historia la escriben, dice otra voz popular, los que ganan, y nosotros, hinchas del grana, como la mayoría de los hinchas de los clubes chicos de la argentina, lo sabemos de memoria, partidos, jueces, campeonatos de oficina, descensos, promedios, etc etc, colmán el anecdotario de historias ocultas que sólo salen a la luz en charlas de bar, está vez, tenemos preparada la máquina para escribir otro capítulo, tenemos una oportunidad muy cercana de ser otra vez, los que escribamos la historia, más allá de llantos a los micrófonos, de quejas a la prensa, de pataletas infantiles a la AFA o de lamentos via e-mail de barrio.
Nosotros nos sustentamos en la inapelable contundencia de los números, ellos mueren por la boca, ahogándose en mar de la mitad de la tabla o cerquita de la laguna de la promoción.