22 de enero de 2009

La pelota no llora

Hubo un día, un antes y un despuès en la historia del fútbol contemporáneo, una fecha clave que marco un eje, un punto de simetría en el plano del deporte rey; el 1 de agosto de 2008, fecha en la que vio la luz, la truculenta carta, celosamente custidiada hasta esa fecha por guardianes ciegos y sordos en los anaqueles más oscuros de la sociedad secreta de deportitas profesionales y no profesionales.

(presumiblemente uno de estos personajes tramó el sabotaje al futbol)

Aquel primer día de agosto, un ser tan peligroso como entrañable, se sumó a la fiesta con una finalidad: destapar la olla, hacer volar los tapones, romper los esquemas. Con sus pintas de alfeñique actor de reparto de pelicula de terror, nadie desconfiaba de que esté enviado traía en sus manos un documento infernal, el único testimonio conocido hasta ahora de que la pelota tiene voz, de que ella también se puede quejar por los mareos causados en un partido de fútbol, puede apreciar un caricia con el pie izquierdo, se puede sentir querida en las manos protectoras de un portero gordo, o inclusive que puede llorar. Un descubrimiento revolucionario para los protagonistas del balonpíe, pero también un sacrilegio pagano para los defensores de lo sagrado.
Nada importa lo que decía la carta, ni que este ser haya roto el ascensor intentando incrustar un bicicleta en él, lo que importa es la situación de crisis que creo este descubrimiento en la vida futbolistica en general, ahora los jugadores juegan condicionados al sentimiento de la pelota, al "que dira está, después, de mí", se ha perdido parte de la escencia del futbol en debates sobre còmo hay que tratarla para que después no cuente cosas nuestras, y hasta se creó una comisión de derechos individuales del balón, que multa por malos tratos a los jugadores ante determinadas intervenciones, a las que optaron por llamar "bacilismos".
Este situación de la picarezca italiana provocó una serie de incovenientes en la práctica deportiva y los responsables deberían tomar cartas en el asunto para que esto no se propague como una epidemia epistolar por nuestros campos, los que todavía creemos en la voz secreta de la pelota sabemos, y ya sabíamos, de la existencia de estos escritos en los que el esférico nos narraba sus apreciaciones en el juego, pero los manteníamos bajo el más celoso secreto como las agujetas después de los partidos o como las cosas que vemos en los vestuarios mientras nos duchamos, y así debería quedar, todavía estamos a tiempo...

1 comentario:

gurb dijo...

Que siga la fiesta!!